Lo que pudo y no fue...

junio 23, 2024



Hoy quisiera hablarte de lo que pudo ser y no fue. Ahora es el eco de un recuerdo que se impregna en la piel y nos recuerda todo lo que perdimos. Una promesa que encierro en mi pecho y no puedo soltar. Me rehúso a perderla, me rehúso a perderte. Esto no es el final, pero sí un adiós: lo que pudo ser y no fue quedará para el recuerdo de un futuro que no existe y no está ahí, pero que de todas formas podemos sentir impregnado en la piel.

 

No quiero exhalar, me da miedo de que sea el último, y que no pueda volver a sentir el cálido destello de vida que dejaste en mí. Que se esfume junto con tus palabras, como aquel humo que nos acompañaba todas las tardes y que después nos daba cobijo para esas frías noches de invierno eterno que escarchaban todos los sentimientos menos el nuestro, que era tan cálido y lleno de vida que se impregnaba en la piel.

 

El neón invade mi cabeza y la llena con siluetas que son idénticas a la tuya y no me dejan dormir. Me mantiene despierta esta excitación por ser consciente de que tuve algo especial y lo perdí. ¿Acaso eso me vuelve una mala persona, o aún peor? El ritmo de mi corazón me hace compañía y me hace bailar junto con todo lo que pudo ser y no fue, pues incluso a día de hoy esas promesas de un futuro que no existe todavía me llenan de sumo deleite.

 

Si no puedo sentirte, entonces sentiré tus sueños fluyendo a través de mí, pues así me lo prometiste mirándome a los ojos. Prefiero retener el aire en los pulmones, aunque sea por un segundo más, mientras los rayos de neón acarician mi rostro y limpian las lágrimas de cristal que al romperse adornan el cielo que una vez contemplamos ingenuos y expectantes.

 

Un sentimiento tan real como los pesares que nos aguarda esta vida cruel, que también nos regala momentos preciosos que atesoramos y resguardamos con sumo recelo en el corazón. La culminación del amor es el dolor, y me duele pensar en todo lo que pudo ser y no fue, y ahora es solo el eco de un recuerdo brillante y cálido que adorna el cielo junto con las lágrimas de cristal que reflejan los rayos de neón que cubrían nuestra desnudez.

 

Hoy quisiera hablarte de lo que tengo y me hace compañía junto al ritmo del corazón mientras tus sueños me llenan de vida y hacen cálidas esas frías noches de invierno eterno que congelan todos los sentimientos menos el nuestro, pues es tan real como los pesares que nos regala la vida y deja esas cicatrices que se impregnan en la piel. Esto no es un final, pero sí un hasta pronto.

- José Joaquín Díaz.

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