INFANTICIDIO

marzo 10, 2024

Cuanto más doy, más toman de mí, cuánto más he de perder hasta solo ser un cascarón roto y vacío de lo que alguna vez fue alguien, alguien cuyo nombre no recuerdo pues también está entre esas cosas que perdí. Abatido y derrotado yace el cuerpo en el suelo, vivo pero incapaz de respirar, jadeando como un animal enfermo que mantiene sus fuerzas por sobrevivir. Pero, sobrevive ante una tortura que solo lo lastima y hiere más y más, abriendo nuevos huecos, nuevas heridas en las que la zarza crece y retuerce la carne deformando todo, pintando los frutos con la sangre seca y coagulada de alguien que no tiene esperanza, pues también se encuentra entre las cosas que perdí.

En estado deplorable y atroz solo gemidos de dolor nacen de la carne que yace muerta en savia, nacen a través de un parto doloroso que no anuncia el nacimiento de una vida, sino el fin de otra. El fin de una vida vacía que, ante los ojos de uno mismo, no vale nada.

Solo cuando la muerte comienza a nacer es que hace acto de presencia aquello que invade la carne y se entremezcla junto con los frutos; la sangre y la zarza. Y puedo sentir cómo agrieta y vacía más lo que ya está roto, llegando incluso a lo más profundo, acurrucando y adormeciendo dulcemente un velo negro translúcido que no oculta ni esconde nada, pues lo que resguardaba tras de él también se encuentra entre las cosas que perdí.

El corazón ya no bombea nada, ni siquiera él sabe por qué continúa palpitando. Lo único que todavía corre por las venas son lágrimas que, desesperadas, buscan por dónde escapar, hasta que por fin no quede ni una, y el amor por la vida desaparezca junto con la última de ellas.

Al final, lo entregó todo y dentro de sí ya no queda nada, ahora todo le pertenece a la zarza que tomó todo cuanto podía para crecer, y ahora cualquiera puede ver el dolor que nació en el corazón y creció hasta salir del propio cuerpo que le dio cobijo hasta el final, incluso durante sus últimos delirios, lo que ahora solo es carne sin forma y que todavía conserva el mínimo de conciencia para recordar que alguna vez fue alguien. No desea ni quiere ser abrazado o amado, pues sabe bien que las espinas siempre lastiman a quienes ama. Incluso después de muerto, lo único que hace es lastimar.

Dicen que cuando el cuerpo no tiene sangre, todo lo que queda es agua. Esa agua nutrirá y fortalecerá aquellos frutos que servirán de alimento y a su vez sustentarán a quienes vienen después de mí y les otorgarán la fuerza y vitalidad suficiente para vivir un día más, la misma fuerza que yo ya no tengo, porque también se encuentra entre las cosas que perdí…

- JoséJoaquínDíaz

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