Humanidad Degradada en Letras
agosto 11, 2023Las letras llegan y no se quedan junto a mí. Cada vez que aparecen, viene
una nueva emoción a remplazarlas. Termino en medio de un espectáculo de circo
en el que soy la atracción principal, dispuesto a recibir y soportar todo lo
que las personas decidan echarme encima. Pero, permanezco inmutable y con el
ruido de fondo soy incapaz de escucharme.
Ni siquiera se preguntan si quiero o no estar ahí, solo es lo que me toca
soportar y punto. Tengo miedo de un día no poder más y, en un ataque de euforia
y adrenalina, abalanzarme al público y, por culpa de mi humanidad reprimida,
terminar hiriendo a quien no lo merece. Entonces, pierdo toda oportunidad de por
fin hacerme escuchar y sentir, porque lo hice demasiado tarde y ahora solo soy
un jarrón agrietado que desborda malas decisiones, es así que pierdo por
completo la oportunidad de ser quien realmente quiero ser.
Es un camino tan difícil y dramático que siempre que siento que estoy a
punto de dar un paso hacia delante, retrocedo, porque tengo miedo de avanzar
por el camino equivocado. Pero ese mismo miedo es el que me termina encerrando en
el mismo rincón del que estoy desesperado por salir, pero no puedo.
Quiero llorar antes de que sea demasiado tarde, y cuando realmente lo
necesite, no pueda, porque seré un recipiente destrozado que no tiene forma y, peor
aún, que parezca que nunca la tuvo. Tengo miedo de querer llorar y que el mecanismo
encargado de ello esté tan roto como para dejarme totalmente humillado y sin
ninguna emoción genuina que expresar, frente a todo ese público que pagó su
entrada de circo.
Tengo el mismo guion preparado para cuando sea mi turno de salir a escena y
deba afrontar ese momento decisivo en el que finalmente daré un paso hacia
delante. Sin embargo, siempre me echo para atrás porque repentinamente las
letras están cambiando y ya no son las mismas que sentía mientras estaba en mi
zona de confort.
Estoy atrapado en un rincón del que no pueden salir buenas decisiones, y me
aterroriza de sobremanera la persona que soy mientras permanezco encerrado en
esa prisión, todo gracias al espejo que tengo en frente que solo muestra el
reflejo de un niño inquieto y asustado que no deja de llorar porque no sabe lo
que sucede a su alrededor y siente que ya no tiene control de sí mismo.
Y las letras siempre están cambiando, al punto de perder por completo la
carta de socorro que necesita ese niño, porque ahora solo existen un montón de signos
y garabatos superpuestos y acomodados sin significado alguno, y cualquier
mensaje que hubiera existido alguna vez en esa carta, ya se perdió hace mucho.
Quiero decir que este no es el final y que llegará el día en el que el
espectáculo estará listo y mi acto será el que yo decidí para mí. En él,
finalmente destrozaré el espejo que mantiene sometido a ese niño, y podré
brindarle la seguridad que necesita para que lentamente dé sus primeros pasos
afuera del rincón que lo mantiene cautivo y que también es su zona de confort.
No tendrá miedo de salir, porque recibirá un regalo de bienvenida en forma de
carta, con el mensaje que necesita para finalmente expresar abiertamente frente
a todos esa humanidad reprimida y degradada en letras.
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