Mi Pérdida Más Profunda
noviembre 07, 2023Hijo de luna, lloras oro
fundido sobre mi corazón mangoneado. El amor de una madre es eterno, y eternas
son mis lágrimas, así como eternas serán siempre mis palabras, que adquieren
forma más allá de la carne y jamás en lo superficial.
No derroches tu voluntad,
que no se encuentra ni en los cielos ni en la tierra, que no existe en la carne
o en el hombre, que no hallarás ni en tu propia sangre. Búscala en lo más
profundo, donde no llega ningún hombre, y ni siquiera Dios osa mirar.
Oh, Voluntad, ¡virtud
osada!
Hijo de luna, derrites
las flores que decoran mi descanso, con aquel precioso oro que busca encubrir
la pérdida más grande. No odies la soledad, porque ella te proyecta para amar y
ser amado con voluntad, la que ningún hombre o mujer tendrá jamás.
El mal más profundo y
nocivo nace desde la ternura e ingenuidad más sinceras. Perder aquello que
alguna vez más amaste solo retribuye cuando construyes algo más grande, y
grandioso es el amor que es virtuoso, pero ni Dios te dirá cuál es.
Oh, Voluntad, ¡capricho
del malcriado!
Hijo de luna, clamas a un
mundo egoísta y mezquino por el significado de algo que lleva mucho tiempo
muerto, o que tal vez, nunca estuvo vivo en primer lugar. Aquello que anhelas,
no lo hallarás en vida, porque toma su verdadero significado en la muerte.
Jamás interceptes las
derrotas de quienes ames con voluntad, pues virtuosos son quienes
sienten o han sentido la pérdida y el dolor más sinceros. Sufres la esclavitud
y condena de mi alma, sin ver que tan miserable es la tuya.
Oh, Voluntad, ¡rechazas
la sangre!
Hijo de luna, te arropa
la ceda tejida con luz mortecina que, al ser incapaz de apaciguar la desolación
de un niño, tampoco encuentra consuelo en su hedonismo y ego. Tangibles serán
siempre las honestas obras que nacen desde la voluntad insolente.
Pútridas sean las mejores
intenciones, pues el infierno más puro se erige sobre sus cimientos,
construidos con desdicha, desinterés, envidia y mentiras. Como duele en lo más
profundo ser testigos de tal traición maldita.
Oh, Voluntad, ¡deseo mi
libertad!
Hijo de luna, compungido
príncipe de oro, báñate en la plata derretida que cicatriza las heridas que no
se sienten en la carne, sino en el alma. Deja a un lado las lágrimas doradas
que buscan encubrir la pérdida más grande. La pérdida de mi libertad; de mi
osadía, de mi desobediencia, del alma, de mi voluntad.
El amor de una madre es
eterno y eterna será tu blasfemia contra la sangre pútrida de los orígenes más
enfermizos y siniestros, que subyuga la voluntad del espíritu y la
somete a la injuria absoluta y así, no retribuir jamás.
Oh, Voluntad, ¡mi pérdida más profunda!
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