Como debe ser...
marzo 18, 2025Si alguna vez encuentras esto, quiero que te tomes el tiempo de sentir en mis palabras lo perdido y desorientado que estoy desde hace mucho. He perdido de vista la luz y no encuentro la forma de encaminarme otra vez en la ruta correcta. Tengo miedo... porque sé que por el camino voy a perder muchas cosas importantes, pero no quiero perderme a mí mismo; es todo lo que me queda.
Al final, han sido tantas cosas por aprender que
no puedo recordarlas todas, y me aterra no tener las palabras correctas cuando
sea mi turno de hacerme escuchar, o quizá carecer de la experiencia suficiente
cuando deba afrontar desafíos por mi cuenta. Todavía hay tanto por hacer... que
una vida no es suficiente. Y quisiera tener el tiempo para contarte todo lo que
he aprendido, o al menos aquello que aún recuerdo y deseo compartir.
Tal vez, de las cosas más valiosas que he aprendido a
aceptar con el tiempo es el valor en el dolor que puedo infligir a otras
personas y también el que me pueden inducir. Porque, al final,
es parte de lo que me hace humano, de lo que me mantiene vivo; tan natural como
la muerte misma.
Si soy consciente del verdadero daño que puedo
infligir, cada decisión adquiere un peso y responsabilidad genuinos. Porque sé
que mis actos tienen un impacto en la vida de otros, me guste o no... Al final
del día, no elijo quién me ama o deja de amarme; eso escapa a mi voluntad.
Tal vez, si me esfuerzo lo suficiente, al final
me salvaré. Tal vez logre mirar atrás y reconocer mis huellas, junto al eco que
dejé en este mundo gigantesco, que
tiene demasiadas historias que contar y muchas voces por escuchar. Pero
si he logrado comprender el valor de la virtud en todo aquello en lo que creo y
defiendo —sean mis principios, mis leyes o mi voluntad— sé que lo único que
necesito para encontrar mi voz en un mundo tan grande es la honestidad en cada
palabra alguna vez dicha.
Y entendí... que jamás habría apreciado lo bello
y precioso de la honestidad si no me hubiera permitido antes el peso de mentir o engañar deliberadamente.
Me reconforta poder sentirme miserable, porque eso significa que puedo aceptar
mi vulnerabilidad y fragilidad como persona. No quiero volver a temerle a mi
cuerpo, a mis pensamientos ni a mis decisiones, si puedo reconocer que son importantes.
Deseo que el dolor y el arrepentimiento den peso
y responsabilidad a mis errores del pasado, para que mis buenas acciones en el
presente adquieran un significado real... Para que la herida pueda sanar,
primero debo dejarla sangrar. Todo lo que queda son cicatrices que no podemos
ignorar, porque la vista, el tacto e incluso los sentidos más profundos nos
recordarán que siguen ahí: para algunos, una penitencia; para otros, una marca
más en la ruta de nuestra historia por el mundo.
Tal vez, lo único que busco en ti con estas
palabras sea la calidez de un amigo que escucha... aunque no necesariamente
comprenda o comparta lo que soy. Jamás querría que seas lo que espero o deseo
de ti, tan solo que seas una persona honesta hasta el final.
Así es como debe ser. Y quedarán muchas cosas sin
decir y compartir... Pero, que
tu recuerdo sea una sensación en mi cuerpo ya hace que haberte conocido valga
la pena. Tal vez busco muchas cosas... pero todo eso debo encontrarlo
primero en mí mismo, para entonces compartirlo. Y así, si alguna vez encuentras
esto, sientas en mis palabras que me he dado cuenta: estoy vivo... y soy
humano.
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