Somnus

abril 20, 2021

 

Somnus
mia thálassa tou kósmou 

 


Hasta el día de hoy, sigo preguntándome… ¿Cuánto tiempo habrá pasado ya? ¿Un año, tal vez dos? Puede que incluso hayan sido siglos. En efecto, he perdido por completo la cordura. No recuerdo siquiera cómo me llamaba, cuántos años tengo, o por lo menos, de dónde vengo y hacia dónde voy.

De una cosa estoy seguro, y es que, durante todo este tiempo transcurrido, al menos debería haber envejecido, pero no. Sigo igual de joven y pulcro cada día. No existe rastro alguno de verrugas, estrías, canas o tan solo una mísera arruga en todo mi cuerpo. Tampoco demuestro ningún tipo de cansancio o fatiga. Tengo tal energía que, sin dudarlo un segundo, afirmo que sería capaz de rodear dos veces el propio infinito y al final, verme exactamente igual de cansado.

Lo único que vagamente recuerdo es que, al principio, había luz. Mucha, en realidad. Y que toda aquella luz que me rodeaba me hacía sentir acompañado, como si alguien o algo más estuviera vigilándome. Recuerdo tener un sentimiento muy grande de escepticismo hacia pensamientos como ser vigilado por una fuerza superior, que en aquel entonces no consideraba más que puras ridiculeces. Solamente necios incompetentes de mentes pequeñas y vacías podían creer en eso.

Recuerdo incluso relacionar todo pensamiento de creencia o fe como algo absurdo y completamente fuera de todo pensamiento lógico y coherente. Cuando me relacionaba con otros seres de mí misma especie, no hacía más que sentir disgusto al ver cómo eran incapaces de comprender lo mismo que yo. ¿Por qué no pensaban como yo? ¿Por qué no eran más como yo? ¿Habrá sido mi propia arrogancia la que me trajo hasta aquí?

Acaso mi búsqueda compulsiva por el entendimiento me ha condenado a vagar por la eternidad en un vacío muerto y frío, en donde no abunda nada ni lo hará jamás. Sí, en realidad, recuerdo quién era y cuáles eran mis metas. Pero es mi subconsciente, en un vano intento de expiar la culpa y negar todo pensamiento de arrogancia y prepotencia, el que me incita a olvidar.

No puedo negar, ni negaré jamás, que siempre fui y seré más inteligente y capacitado que la mayoría de esos necios insolentes que siempre me vieron con mala cara. Únicamente porque yo no tenía ningún problema ni complejo en resaltar lo evidente y exhibir mi sabiduría e inteligencia ante su falta de comprensión y capacidad mental. Todos aquellos neandertales que poseían materia fecal en el cerebro.

Y ahora, me veo condenado a convertirme en uno de ellos. Sin duda alguna, el peor castigo que se me podría haber impuesto. Ver cómo poco a poco mi cabeza no hace nada más que recolectar sensaciones y experiencias frías y vacías, sin ningún tipo de avance, ni tampoco nada que pueda considerar productivo o útil. Simplemente, no hay nada que rescatar o de qué aprender aquí.

Aún recuerdo muchas cosas, pero de nada me sirve si no tengo cómo ni dónde aplicarlas. Lo único que puedo hacer es recordar y hablar conmigo mismo, para no olvidar y mantener mi mente lo más ocupada y activa posible, para no seguir cayendo en esta terrible locura. Es una sensación horrible el saber que posees tanto conocimiento, pero que de nada sirve si estás solo, en lo que parece ser el fin de absolutamente todo.

Se siente frío y vacío. Desamparado, muerto y completamente extinto. No queda nada de lo que alguna vez fue un bello cielo de luz y armonía, con el que yo me maravillaba y soñaba explorar y comprender algún día. No sé hacia dónde va mi mente o a qué camino voy. Pero algo que sí sé muy bien, es que estoy en aquel lugar exacto en donde alguna vez soñé estar.

Pero ahora, todo está muerto, y no hay nada con lo que maravillarse. Como una tela fría desgarrada y que poco a poco se va despedazando más y más. Lo que alguna vez fue un vasto infinito de bellezas y maravillas, hoy no es más que un tétrico cementerio infinito de absolutamente nada.

Y yo aquí, completamente humillado y avergonzado, suplicando porque alguien me escuche. Rezando todo el tiempo exactamente igual que aquellos de los que me burlé y aborrecí alguna vez. Y todo para que algún ser superior oiga mis lamentos de agonía y acabe de una vez por todas con mi eterno sufrimiento. Porque así es, mi condena y soledad serán siempre igual de eternas que este cosmos completamente vacío e infinito.

 - José Joaquín Díaz.

You Might Also Like

0 comentarios

Últimos Post

La vida le dio un beso a la muerte

    "Le Printemps" (1873) Pierre Auguste Cot.   La vida le dio un beso a la muerte Y ella, enamorada, se volvió ciega a la tétric...

Seguidores