Veritas vel Moralis
febrero 05, 2021Ser auténticos es el verdadero símbolo de legitimidad, de la verdad y la autenticidad. Cuando nos alejamos del hedonismo y dejamos a un lado cualquier satisfacción o placer como medio de recompensa, entonces podemos obrar con base en la verdad. Nuestros actos se vuelven verídicos, nuestros principios se vuelven honestos y legítimos.
Es
muy fácil mentirle a los demás, e incluso a nosotros mismos, al aparentar o
fingir ser alguien que no somos y al mostrar al mundo una máscara que en
realidad oculta nuestros verdaderos intereses. Cuando eso ocurre, no hacemos
más que aplaudir y elogiar la falsedad de las personas, que nos prometen y
aparentan demostrar mucho, cuando en realidad no son nada.
¿Y
por qué? Porque no quieren otra cosa más que ser elogiados, ser reconocidos y
recibir ese interés del que tanto requieren para satisfacer sus deseos de
atención. Cuando una persona habla mucho, por lo general es porque obra muy
poco. Las acciones basadas en la honestidad y en la verdad siempre han de ser
las más cuestionadas, puesto que, aunque sea legítimo, la verdad al desnudo
siempre es difícil de mirar, al menos no sin criticar.
Lejos
de estar de acuerdo o no con los ideales y la forma de ser de la persona, más
importante es observar qué tan auténtica y honesta es consigo misma. Más allá
de cualquier comentario, elogio o publicación, si esa persona es auténtica,
honesta y real se comprobará únicamente por su forma de actuar. Si esa persona
obra en base a lo que predica, entonces es alguien auténtico, y más importante
aún, es alguien que encuentra la recompensa simplemente en el acto, sin esperar
alguna compensación externa a este.
Actuar
con honestidad es complicado; sin embargo, más que demostrar alguna clase de
honestidad a los demás, es imprescindible demostrarnos honestidad a nosotros
mismos primero.
El
cuestionar qué tan verídicos son nuestros actos, y si realmente reflejan
quiénes somos o quiénes aparentamos ser, debería ser un planteamiento principal
antes de publicar o comentar cualquier cosa. El juzgarnos a nosotros mismos y
preguntarnos qué tan honestos estamos siendo es algo que deberíamos hacer por
nosotros antes que nadie. Existe mucha gente que hablará y criticará mucho,
pero existirán muy pocos quienes realmente han de actuar.
Un
verdadero crítico es una persona honesta, que no tiene ningún miedo a debatir o
dar la cara, sobre todo si es para defender sus argumentos, los cuales también
aplican a uno mismo. Un crítico de verdad no solo cuestiona a los demás, sino
que también se cuestiona y plantea la posibilidad de que sus argumentos puedan
ser utilizados en su contra.
Por
eso, siempre hay que pensar antes de hablar. Antes de elogiar o aclamar
cualquier comentario moralmente correcto, plantéate en primer lugar qué tan de
acuerdo estás con ello, y si la persona que lo comentó en un primer lugar
realmente actúa y es como se declara ser.
Más
importante que lo moral y políticamente correcto es el elogiar los verdaderos
actos, puesto que son ellos quienes obran más que las palabras, y sobre todo
evitar por completo a aquellos charlatanes que no se dedican más que a
balbucear.
- José Joaquín Díaz.
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1 comentarios
La República de Platón, lectura obligada, bien cucho.
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