¿Tienes Frío?

marzo 01, 2021



  —¿Tienes frío? —me preguntaba con su voz áspera y hueca.

Nunca fui de las personas que se sienten solas u olvidadas, incluso cuando me encuentro solo, soy capaz de sentir sus figuras; cuya imagen no podría describir, aunque quisiera, ya que da la infinita desgracia mía de que soy ciego y paralítico. Aun así, a pesar de que esta podría ser una condición que a muchos les podría parecer espeluznante, para mí ha sido sinónimo de calma, paz y serenidad.

Constantemente siento cómo van de un lado a otro, cómo entran a mi habitación, y hasta soy capaz, gracias a un prestigioso odio del que se me ha dotado, de oír las conversaciones que intercambian entre ellos a modo de susurros. Lo más gratificante de todo es que no tengo que estar preocupándome de si necesitan o no mi atención, puesto que siempre están pasando de mí.

No podría mencionar ni un mísero recuerdo de conversación o plática, ya que nunca he mantenido ninguna, al menos no con ellos. Sé que están ahí, ocupados como siempre, moviéndose de un lugar a otro completamente agitados y encrespados, alterados me imagino, por tal vez alguna tarea o trabajo que tengan pendiente, como cualquiera que sienta agobio y ansiedad por no haber cumplido con ciertas responsabilidades o deberes. Si tengo que ser franco, reconozco que me da igual, nunca he tenido el más mínimo interés por la vida de otros: incluso me atrevo a decir que, toda mi existencia ha sido lo más neutra, serena y ajena de cualquier conflicto posible. Aun así, puedo confirmar que todavía existen momentos que me llegan a perturbar, más aún cuando llegan esas frías noches de invierno en donde la brisa que entra por la ventana de mi habitación es como una señal premonitoria de que algo no anda bien.

De todos modos, ya me encuentro muy familiarizado con este tipo de experiencias; recuerdo que al principio sentía mucho miedo, pero con el paso del tiempo lo fui asimilando con más calma y franqueza. Sin embargo, es normal que cualquiera pueda sentirse así si estuviera en una situación similar; después de todo, para muchos sería una condena terrible el ser desamparado en un albergue abandonado en el cual ningún ser humano ha puesto el pie en más de veinte años. Pero como mencioné al principio, esto para mí, lejos de ser una agonía y tortura constante, me ha brindado mucha paz y serenidad.

- José Joaquín Díaz. 


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