Te puedo imaginar en esos campos
dorados, estática y serena, intentando comprender y afrontar el dolor que no te
deja dormir por las noches, te puedo imaginar desplomándote en el suelo
rompiendo en llanto, dejando que las lágrimas acaricien y limpien tu suave
rostro, puedo imaginarte llorando por horas y que cuando tus ojos no den más de
sí, te levantes y vuelvas a poner tu mirada fija en el horizonte, te puedo
imaginar repitiendo ese proceso una y otra vez, en esos paramos donde no existe
el día o la noche, donde el cielo permanece estático como tú, donde las nubes
no se inmutan con las fuertes brisas que hacen volar pétalos rosados que no
sabes de dónde vienen.
Puedo esforzarme por empatizar con tu
dolor, la única opción que me queda es abrir tu pecho con una estaca y beber tu
sangre azul, no es sangre real ni mucho menos, pero siempre te gustó el azul
pues siempre lo viste como el color de la melancolía y soledad, siempre lo
viste como la descripción perfecta a tu única emoción.
No es el rojo de la sangre lo que corre
por tus venas, son tus propias lágrimas que circulan por tu cuerpo, tus heridas
y cicatrices no son producto de violencia o maltrato, son producto de un dolor
interno que con el tiempo se ha hecho más y más fuerte, al punto en que podemos
ver las cicatrices en tu cuerpo físico. Eso me duele, porque no sé cómo
ayudarte, no sé cómo socorrerte, pero lo que más me duele, es saber qué, aunque
pudiera no podría ayudarte, no puedo intervenir, sé que lo mejor es dejarte
sola pues tú misma tienes que afrontar tus heridas y encontrar tu respuesta, la
que sea, la que tú quieras.
No muestras ni la más mínima expresión
de dolor y malestar, permaneces firme e inmutable, con una postura regia y
vulnerable, mirando el horizonte, preguntándote que hay más allá, cuándo tus
cadenas se rompan y seas libre de explorar ese paraíso que creé especialmente
para ti, un lugar hermoso al que le di forma usando trozos de mi carne y
espíritu, y aun así, no puedo ayudarte, no puedo tocarte, sentir tu mano,
sentir tu piel, sentir como tus lagrimas recorren tu interior, y que cada cierto
tiempo necesitan salir al exterior, pero nunca es suficiente contigo, y está
bien, te acepto tal y como eres, después de todo, formas parte de mí en un
estilo y forma que jamás nadie comprenderá.
Puedo ver en tu espalda cicatrices y
marcas de cadenas, pero jamás tuviste cadenas, no lo entiendo, no entiendo por
qué en tus manos y cuello hay marcas de sogas cuando jamás fuiste apresada, no
entiendo y escapa a mi comprensión lo inédito en cada nueva cicatriz que
aparece en tu piel como por arte de magia, en un segundo no están, pero al
siguiente hay una nueva marca de dolor en tu piel, pero no te preocupes, te
acepto así.
Espero pienses en mí de la misma forma
en que yo pienso en ti, no te pido que me veas con los mismos ojos que yo te
veo, eso sería pedir demasiado, pero me conformo con saber que aún me
recuerdas, y que recuerdas que el vasto y gigantesco paraíso que tienes en
frente, lo creé para ti, a partir de mi carne, a partir de mi sangre, a partir
de mis huesos. Lo hice porque alguna vez me imaginé a tu lado dando largas
caminatas mientras hablamos.
Me puedo imaginar las relajantes y
maravillosas duchas que te darías debajo de cada cascada, e inocentemente hago
mi mirada a un lado avergonzado a pesar de que solo sea mi imaginación y en
realidad ni tú ni yo estemos ahí. Me duele pensar en la realidad, me duele
abrir los ojos y despertar un día más, un día más en el que tú y yo estamos más
distantes, un día más en dónde todo se ve solo como un recuerdo triste de lo
que jamás fue o será.
Pero tú sigues ahí, firme e inmutable,
no cedes y aunque el malestar te destroce el alma y quieras gritar de dolor,
prefieres permanecer en silencio, prefieres no decir nada, y me asusta pensar
que lo haces porque en el fondo sabes que aunque lo hagas no vas a conseguir
nada, me da miedo pensar que una parte de ti se rindió y piensa que es
insuficiente, me duele pensar en que te has rendido, y aunque quisiera no puedo
hacer nada al respecto, no puedo decidir por ti, no puedo hacer esto por ti,
solo tú tienes la voluntad de decidir seguir viviendo un día más.
Todo lo que me queda es admirar desde
la distancia, con este sentimiento de impotencia que me golpea y lastima, no se
me permite acercarme a ti, pues fuerzas superiores me impiden admirarte y
desearte, y es que, ¿Cómo alguien puede estar tan loco y desolado como para
desear algo así?, lo que nadie sabe, es que te has vuelto parte de mi vida,
desde el momento en que te conocí no puedo evitar voltear a verte como un
muchacho enamorado.
No quiero apartarte de mi vida, quiero
aceptarte y que te vuelvas parte de ella, después de todo, construí y diseñe el
mundo que tienes frente a tus ojos porque sabía que te iba a gustar, pues al
final, te conozco mejor que nadie, y tú sabes quién soy y te duele en el alma pensar
en lo perdidamente enamorado que estoy de ti, aunque sepas en el fondo de tu
corazón que eso solo me hará un daño irreparable, pero lo que no sabes, es que
todas esas cosas que tú repudias y odias de ti son las que a mí me enamoran, es
egoísta y cruel ya lo sé, pero me enamora verte sufrir, no porque sienta placer
al verte así, es porque veo tu desnudez en otra forma, una en la que eres
vulnerable, pero eres real.
Eres tan real como el sol que se asoma
por mi ventana, eres lo más real que he sentido y experimentado jamás, por eso
necesito que entiendas que no te puedo dejar ir, aunque eso me consuma
lentamente hasta dejarme vacío, y sé que eso también te duele, porque sé que no
quieres hacerme daño, pero no puedes evitarlo, y con todo lo bizarro y extraño
que pueda sonar, la muerte de tu espíritu le da vida y significado al mío, tu
desfallecimiento es la chispa que reanima la llama en mi corazón, y daría lo
que fuera porque lo sintieras de la misma forma, porque en un sentido irónico,
tu muerte te dará vida.
Eres dulce y tierna en tu propia forma,
y eso está bien, me gustaría que todos te vieran como yo te veo, sin miedo, sin
repudio, que puedan admirar la desnudez de tu espíritu y que no tengan miedo,
que vean la inspiración que me das y que tal vez soy el único que la sabe
aprovechar.
Te necesito como un compositor necesita
la música, como un escritor necesita de un libro, como un pintor necesita un
lienzo. Te oigo todas las noches susurrándome al oído arrebatándome el sueño,
pero decido escucharte, te veo firme e inmutable en el borde contemplando
deseosa romper tus cadenas internas que te impiden saltar y disfrutar del mundo
que fue creado para los dos, te escucho como una melodía triste y lúgubre que
rompe mi corazón, pero así estoy bien, así te acepto, así me acepto.
No sé qué va a pasar el día de mañana,
y si debo ser sincero, tengo miedo, tengo miedo de despertar y no volver a
sentir tu peso en mi corazón, pues soy consciente de que me lastimas, pero así
te acepto, en la salud y enfermedad, hasta que la muerte nos separe, y podamos
ser libres de las cadenas internas, y reencontrarnos en ese paraíso que nos
esperará toda la eternidad, hasta que tú y yo podamos estar juntos en paz.